RESUMEN

La 2020 es una añada que caracteriza el promedio de la zona de producción, ya que pese ser un año lluvioso, los suelos y las cepas, que habían sufrido los rigores de la sequía del año anterior, han tenido que equilibrar la recuperación con la producción.

Un verano con temperaturas moderadas pero seco, favoreció la formación de bayas de pequeño tamaño y por consiguiente la concentración, que dota de una interesante longevidad a los vinos de esta añada.

LA AÑADA 2020

En una añada de marcado carácter cálido, los viñedos en Toledo han disfrutado de unas condiciones óptimas para alcanzar un final equilibrado entre el desarrollo vegetativo y productivo.

A lo largo de las cuatro estaciones las temperaturas y precipitaciones han sido favorables al ciclo del viñedo. Como se dice en la agricultura, ha llovido cuando tenía que llover y las temperaturas extremas han sido benignas con los viticultores.

Un otoño cálido y lluvioso permitió acumular abundantes reservas a la vid con las que inició una brotación temprana y vigorosa, que además se vio favorecida por las condiciones primaverales (lluvia, temperaturas suaves y ausencia de heladas) y que obligaron a una intensa labor de espergurado para ajustar la previsible alza de cosecha hasta niveles adecuados para obtener una buena calidad.

El verano transcurrió con temperaturas cálidas y con dos olas de calor durante la primera quincena de agosto, coincidentes con el inicio de maduración pero que, gracias a que fueron seguidas por un ciclo de lluvias, no tuvieron efectos negativos en la cosecha.

El anticipo en la brotación, no tuvo una correspondencia en la fecha de vendimia, puesto que al final, probablemente debido al carácter húmedo de la primavera y verano, las fechas de cosecha fueron similares al año anterior.

Iniciamos la vendimia el 19 de agosto con las variedades internacionales (Sauvignon Blanc, Chardonnay, Syrah…) y terminamos el 19 de octubre con las autóctonas (Tempranillo fue la última en madurar).

Entre ambas fechas una vendimia sin problemas significativos debidos a lluvias ni otros fenómenos atmosféricos y llegando a la bodega una uva más pequeña de lo habitual, probablemente como respuesta de la vid a la mayor cantidad de racimos brotados en primavera.

El resultado ha sido una cosecha superior en cantidad a la anterior, pero en línea con el promedio del histórico de la zona.

La calidad se ha visto asegurada debido al menor tamaño de las bayas – que favorece la relación entre piel y pulpa y por tanto a la concentración de compuestos fenólicos y aromáticos – que han producido vinos con una ligera reducción del grado alcohólico y similar acidez respecto al año anterior, aunque dentro del promedio histórico de nuestra zona.