Durante este año hemos contemplado cómo pasábamos de una de las cosechas más atípicas de la historia, como lo fue la 2017 caracterizada por la sequía y prontitud, a una cosecha diametralmente opuesta, donde las generosas lluvias y temperaturas frescas, han retrasado la vendimia y dejado su impronta en los vinos que disfrutaremos en los próximos meses y años.
Terminó en ciclo anterior con un otoño cálido y muy seco, con una fenología otoñal tardía y con las reservas de agua en el suelo en mínimos preocupantes.
No obstante, todo cambió con la llegada del invierno. Bajaron considerablemente las temperaturas y con ellas llegó la nieve y lluvia abundante.
Tuvimos un invierno muy frío y húmedo seguido de una primavera fría y húmeda, condiciones que retrasaron la brotación del viñedo hasta la tercera semana de abril.
Con una fenología tardía, y el suelo cargado de humedad comienza el ciclo vegetativo de la vid, Los brotes crecen vigorosamente y en la primera semana de junio comienza el proceso de floración y cuajado.
La alta disponibilidad hídrica y suaves temperaturas proporcionan las condiciones óptimas para que el cuajado… y libres ya de riesgo de heladas queda confirmado que estamos ante una cosecha de mayor cantidad que las precedentes.
La vid continúa su ciclo durante un verano con temperaturas y lluvias normales, sin accidentes meteorológicos reseñables y apoyado en una reserva hídrica más que satisfactoria. La uva comienza el proceso de maduración a principios de agosto.
La maduración transcurre de forma lenta y si bien las condiciones de maduración son ideales, suelo húmedo y temperaturas moderadas (con alto contraste entre día y noche), el retraso acumulado nos prepara para una vendimia muy tardía.
La vendimia la iniciamos el 3 de septiembre, con un retraso de unas dos semanas respecto a fecha promedio, el proceso ha sido pausado y la climatología ha impreso su carácter en la uva del año.
Las valoraciones previas apuntan a un aumento considerable de los rendimientos, recuperando, e incluso superando niveles de 2016.
Los primeros vinos confirman una cosecha de buena calidad, con vinos menos alcohólicos y más ligeros y ácidos que añadas anteriores, con predominio de notas frescas, cítricos en blancos y frutos rojos en el caso de los tintos. Estos últimos presentan una correcta maduración fenólica, cuerpo medio y un potencial de envejecimiento moderado.
En resumen este año, fresco, húmedo y tardío nos traerá buenos vinos jóvenes y adecuados para crianzas cortas y medias, marcados por la fruta fresca y estructura tánica moderada.
Bienvenido Muñoz Pollo
Noviembre de 2018